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La moneda con el rendimiento más bajo del mundo en lo que va del año ha sido el peso argentino. En un intento por detener la caída de la moneda y frenar una inflación registrada del 31%, el Banco Central tomó la decisión de emergencia de elevar la tasa de interés a 60% desde 45% con el propósito de generar confianza en los inversores debido a las expectativas negativas sobre el mal manejo de la crisis económica por parte del presidente de la República. Sin embargo, el movimiento del banco no logró su cometido y el peso terminó con una caída histórica del 7.5%.
El descenso se produjo luego de que el presidente Mauricio Macri solicitara al Fondo Monetario Internacional acelerar un desembolso de un programa de préstamos de $ 50 mil millones acordado en junio. Posterior al anuncio, el FMI dijo que estaba considerando acelerar los pagos debido al colapso financiero en la economía latinoamericana, pero que Argentina necesitaba adoptar políticas fiscales y monetarias más fuertes. La moneda local llegó a cotizar por el valor de 38.55 pesos por dólar frente al valor de 18.62 pesos por dólar a inicios del 2018. En lo que va del año, el peso argentino ha sufrido una devaluación de más del 100% y aproximadamente 40% en los últimos dos meses.
El presidente argentino había esperado calmar a los mercados y dar tranquilidad de que el país tendría suficiente efectivo a mano, pero tuvo un efecto bastante opuesto. Los inversores vieron la mudanza como un intento desesperado, ya que el gobierno todavía está luchando para poner las finanzas públicas en orden. El resultado fue una fuerte liquidación en la moneda: después del discurso del presidente, el peso argentino se depreció un 7,5%. No obstante, incluso con la decisión del FMI podría no eliminarse del todo las preocupaciones fundamentales de los inversores.
El hecho de que Argentina se haya visto en la necesidad de pedir un préstamo al Fondo Monetario Internacional ha enfatizado las perspectivas negativas sobre el futuro económico que le espera al país. Hasta finales del año pasado, el mercado estaba respondiendo bien a las políticas del gobierno. Sin embargo, a inicios del 2018, un conjunto de sucesos marcó la caída repentina de lo que venía siendo un desarrollo positivo para el país. En primer lugar, el Banco Central no alcanzó las metas inflacionarias, en segundo, el gobierno aumentó su carga impositiva y, por último, la desconfianza en el sistema político y el presidente cambiaron las expectativas de los inversionistas generó una significativa devaluación del peso.
En general, la mayoría de monedas de los mercados emergentes ha perdido valor frente a la divisa americana, lo cual se ha visto acentuado por la subida de tasa de interés de la Reserva Federal. Cuando suben las tasas de interés de Estados Unidos, muchos países, en especial los emergentes, son víctimas de una fuga de capitales dado que es preferible invertir en un país sin riesgo y que, además, está pagando más por las inversiones, como es el caso de Estados Unidos. Las economías escasean dólares en relación a sus monedas locales por lo que el billete verde se encarece, las monedas se deprecian y el precio del dólar sube. En lo que va del año, el peso argentino ha sido la moneda con el peor desempeño frente al dólar, seguido de la lira turca.
Tipo de cambio peso argentino por dólar:
Fuente Bloomberg
La devaluación tiene un segundo efecto negativo sobre Argentina ya que como el Estado está endeudado en dólares, la caída del tipo de cambio golpea directamente a la deuda. El alza del dólar complica la capacidad de países como Argentina para pagar sus deudas, ya que sus monedas pierden valor. Por otro lado, hay un creciente déficit en el comercio internacional del país. La cuenta corriente tiene que ser financiada con préstamos extranjeros o con inversión, lo cual es cada vez más difícil y la situación ha empeorado luego de que las tasas de interés en EE.UU. ha estado subiendo.
Debido a la situación económica del país, el FMI acordó en prestarle al país sudamericano $ 50 mil millones. Como es sabido, el FMI cumple una función importante en países en desarrollo y presta dinero a cambio del cumplimiento de programas económicos basados en reducción del déficit y del gasto público. Las medidas de austeridad de la organización son poco populares y han sido sujetas de críticas sobre un aumento de brecha en los grupos económicos de la población y una mala gestión de servicios públicos. Muchos de los argentinos culpan a los acuerdos con el FMI por la crisis del 2001 en el que la moneda se devaluó casi 300%.
Casi un mes después de la solicitud para el adelanto del préstamo, el 26 de setiembre, el Fondo Monetario Internacional y el Gobierno argentino acordaron elevar de $ 50 mil millones de dólares a $ 57.1 mil millones de dólares, el crédito que el organismo le había concedido al país sudamericano en junio último para superar la crisis económica y financiera.
El Gobierno argentino sostiene que los problemas se deben al déficit fiscal, pues el Estado gasta más de lo que obtiene por ingresos. Por ello, se anunció un plan para poder llegar a un “déficit cero” y equilibrar la economía. El ministro de Hacienda argentino, Nicolás Dujovne, afirmó que el equilibrio fiscal se logrará en los próximos dos años y se registrará un superávit a través de una serie de medidas que podrían permitir un ahorro de 6 mil millones de dólares. En línea con esto, Mauricio Macri anunció la reducción de su Gabinete a la mitad, eliminado ministerios como el de Salud y Trabajo, que pasarán a ser Secretarías.
Sin embargo, estas medidas podrían traer consigo desempleo y baja de la producción, perjudicando principalmente a los trabajadores. Por ello, los sindicatos argentinos han demostrado su disgusto frente al gobierno y exigen que se frene el ajuste que ha afectado a las jubilaciones, la presión impositiva y ha provocado un crecimiento en el desempleo en el sector público. A pesar de que el sector exportador se vea beneficiado por la devaluación del peso, la mayor parte de la población está sufriendo una pérdida de poder adquisitivo, con una inflación del 30%. En varias ciudades se han registrado saqueos, además de huelgas. El descontento social y las masivas protestas por las políticas económicas del Gobierno de Macri están aumentando.
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El ingeniero peruano ocupará el cargo desde el presente mes tras ser gerente general de Scotia Fondos.