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La economía China enfrenta un crecimiento más lento mientras busca reformas a más largo plazo.

Beijing intenta abordar los problemas encontrados en su economía con ambiciosas reformas que impacten a largo plazo a medida que se disipa la recuperación de la pandemia.

Administrador del Sistema

18 oct. 21 min lectura

Photo by Nuno Alberto on Unsplash

En marzo China estableció un objetivo de expansión del PBI de 6% o más para este año, que muchos economistas consideraron conservador después del 2.3 del año pasado.

Sin embargo, en el tercer trimestre del año, China registró una desaceleración económica más pronunciada de lo esperado, el PBI creció 4.9% en julio-septiembre respecto al año anterior. La decepcionante tasa de crecimiento reflejó una serie de hechos en contra: reglas más estrictas en el mercado inmobiliario que han enfriado la actividad en el sector, cortes de energía generalizados y preocupaciones continuas sobre Covid-19 que han pesado sobre el gasto de los consumidores.

Los economistas ya habían pronosticado que el impulso se desaceleraría a medida que se desvanecía el efecto de la recuperación Covid-19 del año pasado. 

Al mismo tiempo, Pekín ya había dejado en claro que quería aprovechar el respiro adicional para abordar problemas de largo tiempo en la economía, incluido el control de la deuda de los hogares y las empresas, en particular en el mercado inmobiliario del país, además de perseguir objetivos y una regulación más estricta de las prácticas del sector tecnológico que se habían considerado como un aumento a la desigualdad.  

La pregunta ahora es si los diversos riesgos para la economía, tanto esperados como inesperados, obstaculizan tanto el crecimiento de China, que los responsables de la formulación de políticas reconsideran su plan para 2021.

Por otro lado, se tiene programado para el próximo año elecciones en China y el líder Xi Jinping probablemente buscará un tercer mandato, es probable que las preocupaciones sobre el crecimiento económico a corto plazo vuelvan a aparecer. Eso podría significar según los economistas, que Beijing se verá obligado a flexibilizar la política fiscal y monetaria antes o con más fuerza de lo que pretendía, para garantizar que la desaceleración del segundo semestre de este año no se salga de control y se extienda al próximo año.

  

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