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Hace un par de semanas surgió nuevamente el debate sobre el “Debt Ceiling”, un tema de interés por el riesgo e impacto que, sin duda, causará en el ámbito político en EE.UU. y, por qué no, en el financiero.
El “Debt Ceiling” es, en términos simples, la cantidad máxima de dinero que Estados Unidos puede pedir prestado; es decir, el límite de la deuda que EE.UU. puede tener, cuya finalidad es mantener la estabilidad financiera. A finales del 2011, este límite se ubicaba en US$ 14.3 billones y, actualmente, se ubica alrededor de US$ 19 billones. Este dinero se utiliza para cumplir con sus obligaciones legales existentes, incluyendo el seguro social y “Medicare”, salarios de militares, intereses sobre la deuda emitida y otras obligaciones.
Lo que usualmente suele ocurrir cuando se acerca al límite impuesto, es simplemente levantar este límite ya que, si se “toca” el límite, significaría que EE.UU. dejaría de pagar intereses a los tenedores de su deuda, lo que significa que el país entraría en “default”. Si esto ocurre, se le reduciría su calificación crediticia y se incrementaría los costos de su deuda. Por ejemplo, si es que se incrementa el costo de la deuda en solo 0.2% anual, esto le costaría al gobierno aproximadamente US$ 400 mil millones por los siguientes 10 años.
Conociendo esto, dentro de las siguientes semanas, se empezará a escuchar más sobre el tema, ya que la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) espera que el país llegue al límite a mediados de octubre. Esta preocupación ya se reflejó en la parte corta de la curva de rendimiento a finales de julio. El pasado 24 de julio, el precio del T-Bill a 3 meses, el cual madurará cerca a la fecha del debate sobre el “debt ceiling”, sufrió una caída por la venta masiva de este activo y, como consecuencia, el rendimiento que ofreció el T-Bill a 3 meses fue mayor al de 6 meses, originando una anormalidad en la curva; ya que un activo de corto plazo ofrecía mayor rendimiento que la de largo plazo. Esto se reflejó en la diferencia de rendimiento del activo de 3 meses, comparado con el de 6 meses, como se observa en el siguiente cuadro, donde a finales de Julio, el “spread” se volvió negativo; es decir, el rendimiento del activo de más corto plazo fue mayor:
Cuando llegue el momento de la discusión final, los legisladores tendrán tres opciones: (a) aumentar el techo de la deuda sin reducir el presupuesto (b) aumentar el techo de la deuda con recortes presupuestarios o (c) ningún aumento del techo de deuda en absoluto.
Finalmente, esta discusión es muy importante ya que, Estados Unidos, no sólo es la economía más grande y estable del mundo, sino que también respalda la principal moneda de reserva global. Entonces, para seguir con la estabilidad económica de EE.UU. se debería tratar de llegar a un acuerdo presupuestario que aumente el límite de la deuda pero que también incluya reformas del proceso presupuestario para que, en el futuro, sea más difícil para el Congreso promulgar leyes que aumenten la deuda. Estas reformas deberían incluir la mejora de la transparencia y la rendición de cuentas de la legislación que afecta a la deuda, la represión de “trucos” presupuestarios que permiten la legislación aumentar la deuda, y proporcionar nuevas medidas y herramientas para hacer frente a la deuda en el futuro.
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El ingeniero peruano ocupará el cargo desde el presente mes tras ser gerente general de Scotia Fondos.